Miguel Ángel Moratinos ONU

«Las ONG son un instrumento fundamental en este mundo complejo, pero cada uno tenemos que tener claro cuál es nuestro papel»

Miguel Ángel Moratinos es un diplomático con amplia experiencia internacional en tender puentes para la resolución de conflictos como el que actualmente padece Perú. Previamente a su responsabilidad actual como alto representante para la Alianza de las Civilizaciones, ha sido ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación de España y enviado especial de la Unión Europea para el proceso árabe- israelí.

Miguel Ángel Moratinos sigue de cerca los recientes acontecimientos en Perú, aunque lo considera más profundo que otros contextos. Su rol es tender puentes y promover el diálogo entre diferentes culturas e identidades; por eso, tiene la esperanza en que se encontrará una solución para este conflicto, tal como pasó con Líbano.

Además, conoce el papel que los diferentes actores internacionales deben jugar ante crisis como la peruana. Por ello, en esta entrevista hablamos también sobre los desafíos para la cooperación internacional y en concreto las ONG internacionales, quienes considera que deben tener claro cuál es su lugar “ante un estallido brutal como el que Perú está sufriendo”.

The Sherwood Way (TSW). El Perú es el último de los estallidos sociales que ha vivido América Latina. Con su experiencia diplomática, ¿qué otros contextos han tenido situaciones similares y han conseguido progresivamente salir adelante? ¿Cómo puede el Perú inspirarse de estos?

Miguel Ángel Moratinos (M.M.) En el caso concreto de Perú, en esta ocasión, la crisis es más profunda que en otros contextos. No se trata solamente de mantener el orden constitucional, la legalidad constitucional que lógicamente debe ser nuestra preocupación máxima en toda situación política, sino que refleja una ruptura profunda identitaria, comunitaria y cultural, entre los distintos sectores de la población peruana. Ese es el problema.

El problema que se está planteando en Perú ha sido objeto en otras ocasiones y en otras comunidades. Tenemos el ejemplo de Líbano –donde he vivido–, en el que distintas comunidades, distintos grupos políticos-religiosos, terminaron enfrentándose en una guerra civil dañina, pero lograron establecer un sistema de convivencia que con sus altos y bajos, con sus luces y sombras.

En el caso de Perú es distinto. Se empieza a reflejar que había una realidad (demográfica, social cultural) que se había podido mantener hasta que en las últimas elecciones y las últimas crisis demostraron que esa cohesión identitaria, nacional peruana, había que reforzarla; y es lo que hay que hacer. Hay que preocuparse y ocuparse de tender puentes entre los distintos sectores, entre las distintas comunidades; y buscar soluciones conjuntas en que todas las partes, todos los representantes de la sociedad peruana, se sientan bien tratados, escuchados y atendidos. Hay soluciones, pero hay que ponerse a trabajar en encontrar esa plataforma necesaria para el entendimiento entre todos los peruanos.

TSW. El Sr. Guterres hablaba de la importancia de generar las condiciones para el diálogo, pero quienes salen a las calles sienten que de otra manera no se les escucha, que nunca han sido escuchados. ¿Cómo puede resolverse esta situación?

M.M. Creo que el secretario general de Naciones Unidas acierta en su llamamiento hacia el diálogo. El diálogo es el primer paso, el paso esencial, es la condición sine qua non. Sin diálogo no hay comunicación, no hay entendimiento, ni comprensión de la posición del otro. El problema que existe –de lo que yo puedo observar desde el exterior– es ¿qué interlocutores pueden ser los representantes para ejercer y de diálogo? Sabemos que hay una presidencia, un gobierno, unas autoridades, un parlamento; pero luego hay sectores de la población que no se siente representados.

Hace falta crear las condiciones para que haya una mesa de diálogo, en donde distintas partes puedan encontrar ese camino para que pare la violencia y vuelva convivencia a ser un objetivo compartido por todos, para que puedan restaurar la calma y la paz; y sobre todo parar el sufrimiento de tanta gente a raíz de todas estas crisis que se han desarrollado en las últimas semanas.

TSW. En un contexto tan polarizado, con cada vez más discursos de odio, ¿cómo podemos desde la cooperación internacional contribuir a la generación de espacios de diálogo para la búsqueda de soluciones?

M.M. El discurso de odio hay que combatirlo en todos los momentos: antes, durante y después. Desgraciadamente en las sociedades actuales –y dadas las nuevas tecnologías de información– es fácil acudir a mensajes de rechazo, de exclusión, de odio; ya no son de confrontación de ideas o de posiciones, sino de exclusión, de sectarismos, de maximalismo en la tensión dialéctica que se manifiesta en las distintas manifestaciones y declaraciones de unos y de otros. Por lo tanto, hace falta recuperar la serenidad. Ahí la cooperación internacional, los actores que están tratando de ayudar a Perú, tiene un papel fundamental de acompañamiento. Es verdad que la responsabilidad máxima descansa en los propios peruanos, en los propios actores que están tratando de restablecer la paz y la concordia, pero la comunidad internacional, la cooperación internacional, tiene que mandar mensajes de diálogo, de comprensión, moderación, de voluntad de sacar adelante el país y creo que esa es su función y su objetivo. Son necesarios, por lo tanto, todos los esfuerzos que pueda hacer las instancias internacionales, Naciones Unidas, aquellos que desde el exterior y los que están en Perú representándolos, en favor de ese diálogo y esa concordia.

Hay que preocuparse y ocuparse de tender puentes entre los distintos sectores, entre las distintas comunidades; y buscar soluciones conjuntas en que todas las partes, todos los representantes de la sociedad peruana, se sientan bien tratados, escuchados y atendidos.

Miguel Ángel Moratinos, alto representante de la Alianza de Civilizaciones – ONU

TSW. Una de las prioridades de la Alianza de las Civilizaciones son los medios de comunicación. Sin embargo, algunos en el Perú lo ven como parte del problema ¿Este es un problema frecuente en otros países con situaciones como la peruana? ¿Qué rol puede jugar nuevamente la cooperación internacional para introducir discursos que prevengan la xenofobia?  

M.M. Los medios de comunicación son los medios, no es el mensaje. McLuhan decía “the medium is the message”; pero, en realidad, así como pueden dañar la convivencia y la búsqueda de respuestas aceptables, los medios de comunicación también pueden ser vehículo para transmitir narrativas positivas, de reencuentro, de reconciliación. Por lo tanto, yo creo que lo que hay que darles a los medios es el contenido, los mensajes adecuados.

En la Alianza de Civilizaciones trabajamos mucho con los medios para combatir los discursos de odio. Tenemos distintos proyectos y programas que precisamente ponen juntos, en el caso del diálogo interreligioso, de los conflictos y las crisis interreligiosas, a los actores representantes de comunidades religiosas, a los medios de comunicación y a todos aquellos que pueden establecer las narrativas positivas para un mejor entendimiento.

Por lo tanto, de nuevo en el siglo XXI, tenemos que poner a todos a favor de un proyecto común de paz y reconciliación, de respeto del otro. Eso hace falta pues, lógicamente, contar con los medios de comunicación, pero hay que invertir en ellos y hay que denunciar cuando los medios solamente transmiten mensajes negativos. Desgraciadamente, hoy con las redes sociales esto se multiplica, no hay control. Todo el mundo se cree libre de expresar su posición incluso si estas son de puro racismo o pura descalificación del otro, haciendo todavía más compleja la tarea, pero no es imposible. Se trata de redoblar los esfuerzos para poner a todos en la misma situación en favor de una paz y una concordia, en este caso, entre peruanos.

TSW. Háblenos del rol de las mujeres para la generación de paz. ¿Qué podría aprender el Perú de ello?  ¿qué peso le deben dar las ONGs Internacionales a esta agenda?

M.M. En la Alianza de Civilizaciones tenemos un reconocimiento extraordinario del papel de las mujeres en todo lo que es solución y mediación de conflictos. Lo estamos practicando en el continente africano, tenemos una red de mujeres mediadoras. Sabemos que el papel de la mujer a lo largo de la historia, a lo largo de las distintas crisis, ha sido siempre un papel constructivo, de entendimiento. Han sabido acercarse a los problemas y a las realidades conflictivas con mayor capacidad de resultado en el terreno. Por lo tanto, yo animo a que la mujer peruana tome el estandarte de esta iniciativa de mayor diálogo, de creación de mesas de comunicación, de diálogo, y que el papel de la mujer sea permanente y presente en cualquier iniciativa de paz.

La mujer siempre aporta ese sentido de la generosidad, la inteligencia, del saber acercarse al otro con compasión y entendimiento. A veces los varones somos más agresivos, más excluyentes y no tenemos la misma capacidad de escucha que tienen las mujeres. Por lo tanto, creo que el papel de las mujeres es, hoy más que nunca, necesario en Perú. Ánimo a todas aquellas que están ya luchando y tratando de tender puentes de entendimiento a que lo hagan con mayor determinación y mayor fuerza en los próximos meses y los próximos días.

TSW. Para las ONG internacionales, nunca es fácil responder ante estallidos sociales como el de Perú, porque no están preparadas para dar una respuesta inmediata y no se tiene claridad sobre las soluciones a medio plazo. Desde su experiencia, ¿qué les recomendaría?

M.M. Las ONG son un instrumento, una acción, una plataforma fundamental en el mundo complejo de nuestros días. Pero cada uno tenemos que tener claro cuál es nuestro papel, cuál nuestro lugar y a veces se confunde el lugar o la responsabilidad que tiene que desempeñar una ONG, con la que tiene que desempeñar un agente estatal o administrativo. Cada uno tenemos nuestra responsabilidad. Las ONG a veces acuden a estos países con un carácter humanitario, están acostumbradas a desarrollar programas de desarrollo económico, social; pero, lógicamente, en muchas ocasiones no están capacitadas para responder ante un estallido social tan brutal y violento como el que está viviendo Perú.

La ventaja de las ONG es que están sobre el terreno. Tienen contacto con los distintos actores que manifiestan sus inquietudes o sus aspiraciones, y pueden servir de puente para trasladar esas aspiraciones a las instituciones y a las instancias políticas y administrativas oficiales. No obstante, para eso tienen que organizarse, tienen que saber cuál es su papel. Ellos no van a tomar las últimas decisiones. Pueden acompañar y facilitar el diálogo y, en ese sentido, sí puede ser útil el poder contar con ellas y pedirles que se adapten en estos momentos, a esta situación tensa y violenta que existe en Perú.

Sabemos que el papel de la mujer a lo largo de la historia, a lo largo de las distintas crisis, ha sido siempre un papel constructivo, de entendimiento. Han sabido acercarse a los problemas y a las realidades conflictivas con mayor capacidad de resultado en el terreno.

Miguel Ángel Moratinos, alto representante de la Alianza de Civilizaciones – ONU

TSW. La sociedad civil, ONG y la cooperación internacional reciben permanentemente mensajes de rechazo y estigmatización que limitan su trabajo y promueven el cierre de espacios para su actuación. ¿Qué importancia tienen en un contexto así? ¿Cómo podemos preservar su trabajo?

M.M. Las críticas vienen de aquí y allá. Todo el mundo es criticado en una situación de crisis y de falta de diálogo, la crítica es normal. No hay que preocuparse por las críticas, hay que perseverar e insistir, continuar el trabajo a pesar de las críticas. Es verdad que en algunas instancias no ven bien la actuación de alguna ONG o las ONG critican al gobierno por otras actuaciones o viceversa, o se critica a los manifestantes… Todo el mundo es objeto de crítica porque se está viviendo un momento de enorme tensión y, por lo tanto, de enorme falta de comprensión de las posiciones de unos y de otros. Por lo tanto, las críticas hay que escucharlas si son válidas, hay que tomar nota; pero si no lo son, hay que insistir y continuar a pesar de que uno sea criticado. Creo que hay que insistir y mantener su constancia en las posiciones siempre y cuando estas busque en la concordia y el entendimiento.

TSW. La interculturalidad y la diversidad étnica y de identidades no han sido prioridad de la cooperación internacional, que prioriza ahora la desigualdad económica. ¿Qué vínculos hay entre las mismas y qué recomendaciones daría a las ONG Internacionales?

M.M. Esto no solamente afecta a la cooperación internacional, a las ONG, sino ha afectado principalmente a los propios procesos de negociación o de mediación internacionales. De hecho, la Alianza de Civilizaciones de Naciones Unidas hemos visto que, precisamente, abordando las cuestiones identitarias, culturales, abordando las diferencias religiosas, podemos entender mejor la razón y el porqué de los problemas. Cuando se dice que hay que ir a la raíz de los problemas, a veces se pensaba que solo era la situación económica o la situación social. Hoy día hemos descubierto y hemos constatado que lo que puede enfrentar y reivindicar un sector de la sociedad es que se le reconozca en sus valores reales, sus valores como comunidad, como identidad propia, como reflejo de una cultura y de una expresión religiosa diferente, y eso es lo que nunca habíamos abordado.

Las cuestiones culturales identitarias estaban alejadas, abandonadas, ignoradas a lo largo de lo que han sido las crisis políticas y la negociación y mediación diplomática. Lo que hacía falta ahora es incorporarlo. Si esto ya lo estamos incorporando a nivel oficial, a nivel de Naciones Unidas, en toda la mediación y negociación estamos incorporando lo que es la dimensión cultural y religiosa; pues ¿por qué las ONG no pueden empezar a incorporarla para entender la raíz del problema? Entender por qué no solamente se le da un trozo de pan o un medio de vivir. Si no se la reconoce que tiene su propia identidad, su propia creencia y que su manera de sentirse digna es que es le respete su pasado histórico o étnico, pues no terminaremos de resolver el problema. Por lo tanto, hoy más que nunca estos aspectos identitarios y culturales necesitan ser objeto de tratamiento y desarrollo.


Aquí puedes ver la entrevista completa a Miguel Ángel Moratinos:

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