Somos conscientes de que llevar a cabo una decolonización de la cooperación internacional y de las ONG internacionales es un proceso muy complejo y que requiere de mucho análisis. La investigadora y analista especializada en desarrollo internacional, Themrise N. Khan, ya había explicado las dificultades que envuelve la narrativa de la “descolonización” en el sector, dejando clara la importancia de hacerse preguntas (sobre todo el Sur global) y haciendo énfasis a la falta de escucha del Norte global, que lo lleva a desconectarse del resto del mundo.
Muchos señalan que hace falta una articulación de acciones tanto desde los donantes como de los receptores. ¿Qué se necesita para facilitar la escucha de los actores (donantes y organizaciones receptoras)? Conversamos sobre ello brevemente con Elisa da Costa, investigadora suizo-angoleña de la Universidad de Basel (Suiza), quien tiene claro que la decolonización es una cuestión compleja y requiere “un examen crítico de las raíces históricas y estructurales del colonialismo y el imperialismo”.
Creación de espacios para el debate
“La creación de un espacio para el debate sobre la decolonización en la cooperación internacional exige el compromiso de cuestionar las narrativas y las estructuras de poder dominantes” menciona da Costa. Para conseguir esto, es más que importante la participación de diversas voces, incluyendo a “las comunidades locales, las organizaciones de base y los académicos del Sur Global”. No obstante, tal como comenta da Costa, esto no es algo nuevo y el cambio parece que va a paso lento.
En los últimos años, se ha cuestionado que el Norte global haya colonizado este debate. De hecho, para hablar de este fenómeno, la investigadora Themrise Khan cita al sociólogo Leon Moosavi, quien habla de una decolonización intelectual “nortecéntrica” del Norte global. El Norte parece no escuchar lo que los académicos del Sur tienen que decir y los ignora, creando una narrativa del sector que no tiene una “comprensión real” de lo que pasa en el Sur.
En ese sentido da Costa resalta el papel de las universidades y las instituciones de investigación “en la promoción del diálogo y el debate sobre la descolonización organizando conferencias, talleres y seminarios que reúnan diversas perspectivas”. Sin embargo, advierte que no debemos olvidar que “las propias universidades forman parte de una estructura global de blancos privilegiados y a veces carecen de la capacidad para tener una visión crítica de sí mismas y replantearse su propio racismo, sexismo, clasismo, etc. intrínsecos”.
Ante ello, existen algunas iniciativas que buscan generar espacios. El mismo Moosavi ha creado una red mundial de expertos y activistas llamada “The Decolonial Critique” en la que se debaten temas relacionados a la colonialidad/decolonialidad en diferentes sectores, dentro y fuera de la universidad. También, hay otros proyectos desde el Sur global como RINGO (Re-Imagining the Role of International Non-governmental Organisations) desarrollado en 2020 por Rights CoLab y el Instituto de la Sociedad Civil de África del Oeste (West Africa Civil Society Institute -WACSI).
En un mundo hiperconectado como el nuestro, iniciativas globales pueden aprovechar sin duda las nuevas tecnologías para impulsarse. Por ello, da Costa destaca que su uso “podría tener un efecto positivo en la aceleración de los debates sobre la descolonización”, abriendo nuevas narrativas alternativas y subalternas. Asimismo, destaca que es importante comunicar de forma más sencilla, pues “los académicos tendemos a utilizar términos y frases extremadamente difíciles para explicar cosas sencillas”.
Una autoreflexión sincera para transformarse
Uno de los puntos que recomienda de forma enérgica el texto de Themrise Khan es el hecho de comenzar a cuestionarse desde el Sur global y hacer preguntas como ¿necesitamos la cooperación tal como la conocemos ahora? ¿Qué nos está aportando? ¿Qué queremos decir con decolonización de la cooperación realmente? En ese sentido, los países receptores de ayuda tienen mucho en qué pensar. Los países donantes, por su parte, no son ajenos a este autoanálisis si pretenden participar en este proceso de transformación.
“Un posible punto de partida podría ser que estas ONG reconocieran y se enfrentaran a la dinámica de poder inherente a la industria del desarrollo internacional, incluido su propio papel en perpetuarla. Esto puede implicar una autorreflexión crítica de sus políticas, prácticas y cultura organizativa, y la voluntad de aprender de sus socios y comunidades locales del Sur global y colaborar con ellos en pie de igualdad”, dice da Costa. Si para uno mismo a veces es difícil reconocer los defectos propios, en las estructuras organizativas lo es aún más.
Hacer una autoreflexión sobre antirracismo, antisexismo, xenofobia, dentro de su propia estructura es una forma de empezar a tomar seriamente el tema de la decolonización. “¿Qué significa ser un aliado? ¿Cómo definimos la condición de aliado dentro de la organización? ¿Cómo queremos contribuir al debate global y al movimiento de descolonización, y por qué? Creo que el por qué siempre es importante. Los intereses de la institución deben ser auténticos y estar alineados con la estrategia para que los procesos de cambio puedan aplicarse de forma sostenible”, concluye.