Editorial
Por Asier Hernando Malax-Echevarria.
Los estallidos sociales han ido en aumento en el mundo estos últimos años. Mientras que gran parte de los países en América Latina los tuvieron desde el 2018, Perú ha sido el último país en unirse a este ambiente de descontento social. Si bien sus causas y puntos de llegada difieren, todas tienen dos características en común: las tensiones entre desigualdades y democracia, y la represión por parte de las autoridades. De los diferentes tipos de las violaciones a las libertades cívicas que monitoreó CIVICUS, la detención de manifestantes ha sido la más frecuente desde 2020.
Las organizaciones sociales sufren fuertemente sus consecuencias. Son criminalizadas de instigar las protestas, sus liderazgos frecuentemente detenidos y se les limita la capacidad de obtención de recursos a través de marcos legales cada vez más restrictivos. Es por ello que recurren a la comunidad internacional y a las ONG Internacionales. Se juegan muchas veces la vida en ello, pero estas no siempre tienen la capacidad de responder a pesar de querer hacerlo. Ningún contexto retrata mejor los desafíos actuales de las ONG internacionales que su rol ante un estallido social.
La rigidez de los fondos de los donantes, una excesiva aversión al riesgo o la incapacidad para conectar la respuesta a corto plazo con la de mediano plazo terminan frustrando las demandas de las organizaciones sociales. Esto puede hacer que se pierda legitimidad como un sector dedicado a la transformación social.
Igual que las ONG están preparadas para las respuestas humanitarias, contando para ello con equipos especializados, protocolos de actuación, estándares y recursos reservados, tienen que estarlo para los estallidos sociales y crisis políticas. Hoy son pocas las ONG cuentan con guías para su trabajo ante este tipo de contextos que dé la claridad sobre los principios que las orientarán, su valor agregado y líneas de acción que se mueven siempre entre la denuncia, la protección y/o la mediación.
La mejor o la única respuesta ante un estallido social es la que se prepara antes, junto con las organizaciones socias. Lo contrario, lleva a la improvisación y a asumir riesgos para el personal y las aliadas. El principio de no omisión y la acción sin daño deben ser dos de sus imperativos. Y tan importante como lo anterior es contar con una lectura política propia que permita anticiparte y contribuir.
Con este especial que aquí presentamos esperamos poder contribuir a esta reflexión, que centraremos al caso del Perú, pero cuyos análisis podrán ser aplicados ante cualquier otro estallido social. Presentaremos para ello diferentes entrevistas, artículos de opinión y ejemplos durante los últimos quince días, con varias sorpresas especiales que esperamos sean de su especial interés.
¡No se lo pierdan, súmense a la banda de Sherwood!