El estallido social actual en el Perú no puede entenderse sin retroceder varias décadas. Las violaciones de derechos humanos, actores políticos que incitan a la violencia, el “terruqueo”, etc., son características que a Carlos Bedoya recuerdan la época de violencia entre los años 80 y 90. Hay diferentes factores que han llevado al Perú a este punto, considera. Por un lado, hay crisis de representación política: no hay partidos políticos, sino grupos que actúan como franquicias y que acogen a mafias, sin permitir una participación eficaz de la sociedad. Por otro lado, hay una prensa concentrada por un grupo de poder que está muy lejos de representar la diversidad del país, homogenizando el discurso según sus intereses.
“Estamos en una crisis del régimen pues se vive bajo el signo del golpe de Alberto Fujimori en 1992”, asegura, por lo tanto, la cooperación no debe pensar únicamente en cómo actuar en el corto plazo, sino en contribuir a través de programas sobre gobernabilidad a las salidas a medio plazo. Hasta hoy esas reglas reflejadas en la constitución peruana no le han permitido formar un gobierno estable. El país andino vive un movimiento social que lucha por inclusión política, por derecho al voto. Más allá de las responsabilidades de Pedro Castillo, de alguna manera representaba a un conjunto de personas excluidas desde hace mucho tiempo. “Tenemos una rebelión en el país que está lejos de acabar”, comenta Bedoya compartiendo sus reflexiones sobre ello.
Pregunta (P.)¿Cuál es el rol que juega la cooperación internacional en un contexto de estallido social como el actual?
Carlos Bedoya (C.B.) La cooperación internacional tiene toda una historia en América Latina y en el Perú, en particular, ha tenido distintos momentos. En este momento se requiere mucha ayuda sobre todo en poblaciones del sur andino, pues esta es una crisis que está tomando señales de crisis humanitaria. Necesitamos una cooperación más política o más bilateral, una cooperación solidaria, más preocupada en los derechos humanos. Asimismo, se requiere que las organizaciones no gubernamentales internacionales en el Perú recojan las voces de activistas y es fundamental que repudien lo que sucede, incluso que acompañen las movilizaciones pues a policía es mucho más cauta cuando ve representantes internacionales.
Las ONG internacionales pueden incluso entablar una especie de diálogo con sus propios gobiernos como lo ha hecho Amnistía Internacional al pedir al Gobierno de España que no venda armas o suministros que puedan ser usados para la violación de derechos humanos en Perú. Se necesita ese tipo de expresiones, como lo que sucedió en 2020 durante el gobierno de facto de Manuel Merino quien fue aislado y por eso pudo caer. Por eso se requiere una labor política y humanitaria, son roles fundamentales tanto para la cooperación solidaria y las ONG aliadas que trabajan con o en el Perú.
P. ¿Cuáles son algunas de las organizaciones de la sociedad civil están jugando un rol importante en estos momentos? Se dice en muchas ocasiones que no hay quien represente las demandas de las marchas.
C.B. Entre las organizaciones que han tenido más importancia en estos últimos años está la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH) que reúne un conjunto de ONG en el Perú. Creo que la CNDHH tiene la legitimidad para poder defender a las personas cuyos derechos han sido violados. Ha tenido una fase de crecimiento a contracorriente de otras organizaciones, pero el reto es acercase a todas las poblaciones y a sus demandas reales, pues hay una desconexión con los movimientos sociales. Es ahí que debe aplicarse la cooperación solidaria. Las organizaciones de fuera tienen que solidarizarse expresando su apoyo tanto político y humanitario.
Otra organización importante es el Instituto de Defensa Legal (IDL), que hace un seguimiento importante a lo que sucede en el Poder Judicial, en la Policía, etc. Recordemos la investigación sobre los “Cuellos blancos” que permitió conocer la mafia en el Consejo Nacional de la Magistratura.
P. Aunque sea a día de hoy difícil ver salidas, cómo puede encauzarse la situación en el corto plazo, para frenar la violencia, y en el medio encontrando salidas que recojan las demandas de amplios sectores de a la sociedad peruana.
C.B. Existe una salida a corto plazo y que proviene de la sociedad civil: la renuncia de Dina Boluarte, pues no se puede mantener este régimen. Lo señala la protesta social, la salida de Dina ayudaría a desanudar el adelanto de elecciones. Otra medida, pero a mediano plazo, es la reforma de la policía. Incluso, es una institución vinculada a organizaciones criminales y esa es la percepción de la población que está enardecida.
La segunda demanda del movimiento social es el cierre del congreso, que implica un gobierno transitorio, pero eso ya no basta. Ahí viene la tercera demanda: una asamblea constituyente, un cambio de reglas y de repartir de nuevo el poder en el Perú. Eso da para habla, incluso, de un proceso de descentralización mucho más fuerte si queremos seguir conservándonos como país unitario. ¿Se expresan condiciones para seguir siendo un país unitario? Esta pregunta la volvemos a hacer doscientos años después del primer debate a inicios de la república. Esto no se ha resuelto y se necesita una reflexión constituyente.
P. Como director de un medio de comunicación, ¿Qué rol juegan los medios de comunicación dentro de un contexto como el Perú?
C.B. El rol de la prensa internacional es fundamental, incluso de la mainstream. La prensa, el espectro electromagnético, las señales digitales y el acceso a la radio están en manos de las élites del poder económico, entonces responde a otros intereses. Creo que tenemos que rescatar la necesidad en el Perú de lo que son los medios de comunicación públicos, de contar con una ley de medios que permita la participación y el acceso también a la sociedad civil.
En esta situación lo hemos visto claramente, existe mucha desinformación; por eso, podemos hablar medios de propaganda más que de medios de comunicación en el Perú. Gracias a medios como Reuters o Deutsche Welle (DW) se está conociendo lo que pasa. También, las redes sociales ayudan a hacer una contranarrativa frente a la narrativa “terruqueadora”, la narrativa autoritaria del gobierno.
Las redes sociales, el internet, han traído una democratización en las comunicaciones y eso permite establecer un contrarelato: hemos podido ver el abuso policial y el accionar fuera de la ley. Los medios de prensa internacionales son fundamentales en ver lo que está pasando en el Perú y también la prensa alternativa, como NuestrAmérica TV, que tienen como valores el cumplimiento de los DDH y desarrollo de los pueblos. Es importante recuperar el pluralismo y eso no está pasando en el Perú y en otros países de América Latina.
En el Perú hay un escenario abierto y peligroso, con discursos extremos. Es fundamental estar vigilando porque, en clave geopolítica, sin América del sur no hay hegemonía norteamericana. No debemos permitir que Perú se convierta en un ensayo de la extrema derecha, en algo que pueda replicarse en otros países de la región.